jueves, 12 de julio de 2012

Pueblos


Hay pueblos en que las banderitas de las fiestas se pasan todo el año colgadas en la calle Mayor, en la Ancha, en la Larga, en la de la Iglesia, en la de la Ermita y en la Plaza de España, o de la Constitución, o del Generalísimo, según los casos. Hay pueblos que hace unos pocos años encargaron el escudo heráldico que nunca tuvieron y la bandera que nunca ondeó en el balcón de su Ayuntamiento. Hay pueblos que queman el presupuesto en toros, verbenas y disco-móvil. Hay pueblos con las calles bonitas, el polideportivo bien puesto, la piscina olímpica, la escuela cerrada por falta de niños, la parroquia cerrada por falta de curas y la casa del médico convertida en hogar del jubilado. Hay pueblos que se llenan en verano de los que un día emprendieron el camino hacia Sabadell, Rentería o Alemania, de sus hijos y sus nietos, que se llaman Jordi, Izaskun o Franz. Hay pueblos que lloran en septiembre, cuando se vacían, cuando las despensas están expoliadas y las calles desiertas, cuando la bici de Sergi quedó en el corral junto a la de Ainhoa, cuando siguen moviéndose las banderitas al son del viento, como si mañana fuera el santo patrono que salió en agosto en andas de cuatro. Hay pueblos como Marchagaz o Palomero para debutar con picadores, después de mis primeras becerradas en Villamor, Fuentelapeña y Castrillo, y habrá pueblos, espero, para tomar la alternativa antes de confirmarla. Del 16 al 31 estoy anunciado en Tornavacas.

2 comentarios:

  1. Te veo como un auténtico experto en medicina rural, que no sé yo si es lo mismo que "de familia", aunque lo cierto es que esos pueblos de banderolas permanentes son cada vez más parecidos a una familia de las modernas, incluso monoparental.
    Disfruta la experiencia y cuando llegues a plazas de primera recuerda no quitarte la boina que ahora estás cultivando. Siempre modesto, Tomás.
    Cordialmente,
    Félix

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  2. Si no abandono las plazas de carros tampoco me voy a amargar, que es lo que me gusta, aunque habrá que probar todos los alberos, todos los hierros y todas las ferias. Un abrazo, Félix.

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